Si has escuchado de Holbox pero todavía no lo conoces, es hora de cambiarlo. Esta pequeña isla, en la esquina de la península de Yucatán, es uno de los pocos destinos de la región que no cambian con el paso del tiempo: sus calles siguen siendo de arena, todas sus construcciones son pequeñas y no hay automóviles.

Cómo llegar y dónde dormir

Llegar a Holbox puede hacerse de dos maneras: en avioneta, desde Cancún o tomando un ferry que tarda 30 minutos en cruzar desde Chiquilá, el pueblito más cercano en el lado de Quintana Roo. Ya en la isla, todo se vuelve más lento y no hay de otra más que adaptarse al ritmo.

CasaSandra es el hotel más bonito de la isla. Su dueña, Sandra, se encarga de que cada habitación esté siempre impecable y bien decorada. En las paredes cuelgan obras de arte, de ella que es pintora y de amigos suyos, y siempre hay flores, música y detalles para los huéspedes. Después de instalarse en la playa un par de horas y de disfrutar las aguas del mar que son especialmente tranquilas, vale la pena anotarse a una expedición para conocer más de la naturaleza de la isla.

Qué hacer

Para poder ver al tiburón ballena —¡el pez más grande del mundo!— hay que planear el viaje durante el verano, entre junio y septiembre, y tomar en cuenta que hay muchas regulaciones a la hora de acercarse a ellos. Los grupos son pequeños y, aunque son animales totalmente inofensivos, nunca hay que tocarlos. Nadar cerca de ellos es una experiencia muy especial, y que además no requiere de ninguna habilidad más allá de ponerse un snorkel.

Pero no es lo único que hay que ver en la isla: en Holbox hay también una importante población de flamencos, y es posible acercarse a la zona donde habitan. Y además hay cenotes y áreas protegidas llenas de flora y fauna, única de esta región. Así que hay que reservar al menos un par de días para poder ver todo lo que ofrece la isla.

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