Cercado por montañas, este espacio está diseñado para que ningún otro huésped pueda mirar tu “habitación”, sí, entre comillas, porque en realidad los cuartos son burbujas  transparentes –o cuartos con paredes de cristal– que permiten, incluso a la hora de dormir, sentirse cobijado por las postales y los colores de la noche. Algunas burbujas tienen jacuzzi privado y camas que de tan suaves parecen nubes. Uno de los espectáculos más impresionantes de la naturaleza ocurre por la noche, pide un telescopio en el lobby y mira hacia arriba: en un cielo abierto –sin la contaminación visual de la ciudad–, las constelaciones celestes se dejan ver más claras y hermosas. Durante el día puedes recorrer el río La Chueca en kayak o aventarte a explorar las montañas en motocicletas todo terreno.

Para las familias que viajan con niños, la aventura ecoturística regia se difruta en otros lugares, por ejemplo, en el Parque Ecológico Chipinque, un espacio verde de más de 1,700 hectáreas en el que viven al menos 120 especies de aves, y en el que la observación de algunas de ellas es la actividad principal. Además, tiene un circuito de 28 kilómetros para recorrer en bicicleta y, para quienes disfrutan del senderimo, 50 kilómetros para conocer el parque a pie. Cuando visitas lugares como Chipinque, no sólo te diviertes, te mueves al aire libre y disfrutas de la naturaleza, sino que también ayudas a la conservación del ecosistema y a la preservación de la fauna endémica. Viajar de manera respestuosa con el medio ambiente es una nueva forma de conocer el mundo.

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