¿Por dónde empezar el paseo? El Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero es la estrella de la corona: un jardín de ocho hectáreas donde cada árbol y planta se convierte en una pieza de arte. Hay, además, otras 30 hectáreas de bosque protegido a su alrededor. La visita no solamente se disfruta por la variedad y riqueza de la flora, sino porque naturalmente el espacio transmite tranquilidad y calma a los visitantes.

Para seguir el día entre parques nos gusta el Paseo de los Lagos, donde hay efectivamente tres lagos; el Parque de los Tecajetes, que además está muy cerquita del centro de la ciudad; el Parque los Berros, que tiene unos árboles esplendidos, y el Parque Ecológico Macuiltépetl, que es literalmente la montaña en medio de la ciudad.

Cuando sea hora de un museo, entonces habrá que ir al Museo de Antropología, mejor conocido por los locales como MAX. Su colección es la segunda más importante del país y su atractivo principal son las gigantescas cabezas olmecas. Lo que es hermoso del museo es cómo la arquitectura integra no sólo las piezas, sino también la biodiversidad, con pasillos internos llenos de plantas.

Para terminar la visita, El Itacate sigue siendo el favorito, con un menú clásico y sin pretensiones de comida mexicana, muy bien hecha. Habrá que terminar el día en el Parque Juárez, el corazón de la ciudad. Como tenía que ser, es también verde, verde.