Es en esta región donde se produce el 60% del vino argentino, uno de los más famosos del mundo, especialmente por sus tintos, redondos y acuerpados. Por eso, venir aquí es ideal para los que disfrutan de comer y beber bien, pues se pueden hacer ambas cosas con el espectáculo que regala la cordillera de los Andes como fondo. De entre las 165,000 hectáreas de viñedos de la región, elegir cuáles visitar podría ser una tarea complicada, por eso, decidimos recomendarte nuestros favoritos.

Empecemos por Bodega Salentin, una de las casas productoras más respetadas de Mendoza, y cuyo espacio arquitectónico es reflejo de ello. Su magnífica bodega fue diseñada no solamente para ser utilitaria, sino también para ofrecer un espacio de encuentro para los visitantes, que pueden hacer catas y visitar todas las instalaciones. Las vides de Salentin aprovechan el microclima que se crea en el Valle de Uco, lo que ayuda a obtener una mejor calidad en la uva. Además de la bodega, también está Espacio Killka, dedicado a la cultura, el arte y la gastronomía. Se puede aprovechar para recorrer sus galerías y después comer en el restaurante. Desde luego, el menú se marida con las mejores etiquetas.

En un plan nada discreto, Zuccardi, también en el Valle, tiene para muchos las mejores bodegas de Mendoza, de hecho, han ganado varios premios, en parte por su arquitectura, que no escatimó en ningún detalle. Construido en su mayor parte con piedra, este espacio transmite al viajero un sentimiento de grandeza. Además de las visitas y las degustaciones de vino, también tienen un restaurante, Piedra Infinita, que es muy recomendable para cerrar una excursión.

Finalmente, y para dormir entre vinos, The Vines, un hotel y spa que además ofrece a algunos afortunados viajeros la oportunidad de hacerse de un pedacito de viñedo para tener su propia producción de vino. Con alrededor de 230 propietarios a la fecha, y 1,500 acres, las tierras de The Vines rodean un hermoso hotel, con villas independientes que pueden ser de una o dos habitaciones. Pero la mejor parte de todas es que su restaurante, Siete Fuegos, a cargo del mítico chef Francis Mallmann, se encuentra aquí también. Mallmann se especializa en trabajar con la leña y el fuego, y en utilizar productos locales, como el famoso cordero patagónico.