Se llama Huasca de Ocampo y presume de ser el primer Pueblo Mágico de México. Está rodeado de montañas y de minas, lo que explica algunas de las haciendas mineras en los alrededores. Muchos amantes de los deportes extremos seguro lo ubican, porque suele ser el punto de partida de muchas carreras de alto rendimiento. Pero no es un destino exclusivo para deportistas. De hecho, el plan de Huasca puede ser muy relajado y es ideal para una escapada corta incluso de una sola noche.

Primero, una escala técnica. A medio camino entre Pachuca y Huasca, en Mineral del Monte, hay que prever una pausa para visitar Pastes Dificultad (sí, leyeron bien, el nombre es correcto), donde se comen pastes tradicionales con una vista panorámica de los alrededores. No hay que dejarse engañar por las apariencias, pues por fuera el local no aparenta lo que es.

Ya en Huasca, además de recorrer el pueblo, la visita obligada es a los prismas basálticos, con un puente colgante que permite ver desde todo lo alto los prismas y la cascada. También están las haciendas de San Miguel Regla y Santa María Regla; ambas pueden visitarse y también es posible dormir en alguna de las dos. Muy cerca, en el centro de la presa San Antonio, se pueden ver todavía los restos de otra hacienda minera. Otro paseo tranquilo sería acercarse al Bosque de las Truchas, y ver todo el proceso mediante el cual se crían las truchas. Se puede intentar la pesca, o optar por una comida que incluya este plato tradicional de la zona.

En algún momento del recorrido hay que anotarse a una tirolesa, o a algún circuito de cuerdas para ponerle un poquito de adrenalina al viaje. Con el arnes puesto y aprovechando las copas de los árboles, se pueden hacer recorridos por todo los alto del bosque y disfrutar de otro ángulo del paisaje. 

Si hubiera tiempo, lo ideal sería complementar la escapada con una visita a Mineral del Chico, a menos de una hora de Huasca.

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