El epicentro cultural de Chiapas se llama San Cristóbal de las Casas, una ciudad a unos 2,200 metros sobre el nivel del mar, enclavada en el Valle de Jovel. Un camino de apenas una hora la separa de Tuxtla Gutiérrez, pero es algo más que la distancia lo que convierte a San Cristóbal en un sitio fuera de lo común: una fusión muy particular entre lo maya y lo mestizo sucede en esta ciudad colonial, de calles empedradas, casas bajas de colores, iglesias, plazas y bulliciosos mercados.

Como en muchas ciudades coloniales, lo ideal es empezar el paseo en el zócalo, que funciona como punto de reunión y de partida. La espectacular portada de la catedral — en amarillos y rojos— llama la atención de los viajeros y los invita a visitarla. Aunque de estilo barroco, la composición de la catedral es muy particular y no se parece a ninguna otra. Muy cerca, el ex Convento de Santo Domingo tiene una fachada más clásica, pero no por ello menos espectacular.

Desde el zócalo y caminando hacia el Mercado Municipal, sobre la Avenida 20 de Noviembre, uno descubre la otra gran atracción de San Cristóbal: sus mercados y su riquísima oferta de artesanías que llegan de muchas poblaciones aledañas. Además del Mercado de la Caridad, ideal para comprar dulces típicos o piezas sencillas, el Centro de Textiles del Mundo Maya permite ver con otros ojos el arte detrás de piezas hechas tanto en Chiapas como en Guatemala.

Ninguna guía de San Cristóbal estaría completa sin mencionar sus museos: el del Ámbar, en el ex Convento de la Merced; el de Culturas Populares, y el Na Bolom, nuestro favorito. En el interior de esta hermosa casa, con un patio central en amarillos ocres, la pareja formada por el arqueólogo danés Frans Blom y la fotógrafa suiza Gertrude Duby abrió este espacio en 1950 para investigar, promover y rescatar el patrimonio de las comunidades indígenas.

Finalmente, una visita a San Cristóbal debe incluir también una tarde en San Juan Chamula, un pueblo cercano que se ha hecho especialmente famoso por las prácticas sincréticas de sus habitantes: una mezcla única entre catolicismo y creencias prehispánicas que nos recuerdan la complicada historia de las culturas que han habitado estas tierras altas de Chiapas.