Cuando uno camina por la Santa María de pronto olvida dónde está. Mucho tiene que ver el quiosco morisco: una construcción que recuerda a todo menos a la Ciudad de México. En su interior suele haber vecinos de la colonia haciendo todo tipo de cosas: desde clases de baile hasta clubes de lectura.Es el centro neurálgico de un barrio que ha cambiado muy poco en los últimos años. Aquí todavía se compra en el mercado, y en lugar de supermercados o restaurantes de cadena, los comercios son independientes. Hay casos de éxito entre los locales de la colonia, pero nada supera a La Casa de Toño, que empezó justamente con esta sucursal y hoy ha crecido por toda la ciudad y el país. También es famosa La Oveja Negra, que se especializa en servir cabrito y que sobre todo los fines de semana se llena a reventar.

Sí o sí hay que asomarse al Museo de Geología, justo a un lado del quiosco, que muestra la colección de la Universidad Nacional Autónoma de México en un espacio muy hermoso, con antiguas vitrinas de madera, una escalinata majestuosa y el esqueleto de un imponente mamut. Muy cerquita, en Eligio Ancona 167, el taller de cerámica Mono Rojo acaba de abrir un restaurante de ramen, Jametaro, que inicialmente sólo abre los fines de semana y ofrece esta sopa japonesa en varias versiones (la que más nos gustó fue la miso ramen).

Finalmente, para acabar un día de paseo por el barrio, hay que ir al Chopo, uno de los centros culturales más importantes de la ciudad y que ofrece exposiciones temporales siempre interesantes. No hay que dejar de asomarse también al Mercado La Dalia, el más famoso del barrio, y a la galería josegarcía,mx, en la calle de Sabino.